Felipe Pigna llega a la ficción desde el terreno que mejor conoce: los archivos. Mientras trabajaba en la biografía de Manuel Belgrano, encontró un episodio que lo obligó a cambiar de registro. En plena guerra por la independencia, cuando el ejército patriota resistía como podía en el norte, surgió una misión secreta a Inglaterra que incluía la posibilidad de escoger un rey borbón para gobernar Argentina, Chile y Perú. El material era tan fuerte que no cabía en un ensayo. De ahí nació Conspiración en Londres, una novela apoyada en hechos comprobados y escrita con todas las herramientas literarias de una buena trama.
El libro inicia con Belgrano en su peor momento. Acaba de perder una batalla decisiva, siente el peso del fracaso y teme por la bandera que había creado hacía pocos meses. En la novela, esa bandera es un símbolo frágil que él mismo protege al esconderla en una iglesia. Después aparece San Martín, quien llega a relevarlo y comprende que la orden de encarcelarlo es una maniobra política. Ese encuentro abre el camino hacia la misión más inesperada de la vida del prócer: viajar a Londres junto a su rival, Bernardino Rivadavia.
Antes de cruzar el Atlántico, los dos emisarios pasan por Río de Janeiro. Pigna reconstruye esa ciudad en el momento en que se convierte en capital imperial, tras la llegada de la corte portuguesa que huye de Napoleón. La novela muestra una ciudad viva: teatros nuevos, calles agitadas, olor a mar, carnaval y tensiones políticas. En ese ambiente, Rivadavia recibe una bienvenida áspera: piedras y barro en plena fiesta. La escena, cuenta Pigna, está sustentada en crónicas de la época. Durante esa estancia también aparece una noticia inquietante: un emisario que ofrece entregar el territorio rioplatense a Inglaterra sin autorización.
La travesía en barco ocupa un tramo importante del libro. Pigna estudió la vida en alta mar en el siglo XIX, y cada detalle se nota: los ritos del capitán, la música en cubierta, las lecturas nocturnas, las jerarquías internas, el miedo a los piratas y la convivencia durante semanas en un espacio limitado. En ese escenario aparece Marianne Granh, un personaje femenino inventado pero verosímil, inspirado en las mujeres inglesas que participaron en los primeros debates feministas. Marianne seduce a Belgrano por su inteligencia y su conversación, y la novela utiliza ese vínculo para mostrar el mundo emocional del prócer, quien además de inteligente era muy «fachero».
Al llegar a Londres, la trama se instala en 1815, un año de transformaciones profundas en Europa. El poder naval británico ordena el mapa del mundo, Napoleón cae definitivamente y las potencias europeas impulsan la restauración monárquica. Pigna caminó la ciudad para capturar esa atmósfera: clubes, pubs, librerías antiguas, calles húmedas y edificios que aún sobreviven. Londres, entonces, funciona como una capital llena de espías, diplomáticos y emisarios que buscan influir en el destino de América.
En ese tablero aparecen figuras históricas que enriquecen la novela. Carlota Joaquina se mueve entre intrigas y ambiciones personales, con un carácter duro que desconcierta a todos. El conde Cabarrús —un farsante que ofrece conseguir un rey para el Río de la Plata— se vuelve una pieza clave en la trama. Propone a Francisco de Paula, hermano de Fernando VII, un hombre con problemas personales y una reputación dudosa. Cabarrús viaja, gasta dinero, presenta cuentas absurdas, propone un secuestro y provoca un duelo con Belgrano que está documentado. Aun así, insiste en un plan tan disparatado como peligroso. La acumulación de engaños empuja a Belgrano a regresar a América, donde alcanza a llegar al Congreso de Tucumán.
Otro personaje destacado es Manuela Pichegru, una espía que trabaja para franceses e ingleses. Culta, atractiva y astuta, aparece como una figura que mezcla política, seducción e inteligencia. Su relación con Belgrano permite mostrar cómo la vida privada influía en los protagonistas de la independencia tanto como las grandes decisiones.
El método de Pigna sostiene toda la novela. Usa libros, archivos, manuscritos, documentos digitales y viajes a los lugares donde ocurrieron los hechos. Esa combinación se refleja en las escenas de Río, en la vida a bordo del barco y en la reconstrucción de Londres. Su experiencia previa como biógrafo también pesa, especialmente en el caso de Carlos Gardel, cuya muerte en Medellín sigue siendo un punto de conexión emocional entre colombianos y argentinos.
Hablamos con Felipe Pigna sobre esta novela, su método de escritura y todo lo que quedó por fuera de una aventura que él logró trasladar de la realidad a la ficción. Dale play al video para ver la entrevista completa:
