El 29 de julio de 2025, el sacerdote Luis Ángel Cuenca Serrano, de cincuenta y cuatro años, fue imputado por la Fiscalía por delitos sexuales contra un menor de edad. La fiscal Gloria Emma Rojas Bravo detalló un patrón de abusos que habrían ocurrido entre 2010 y 2019 y que involucraron a un adolescente vulnerable cuyo nombre protegeremos. Cuenca, quien no aceptó los cargos, enfrenta acusaciones de actos sexuales abusivos con menor de catorce años, acto sexual violento y acceso carnal violento, todos agravados por su posición de autoridad como párroco.
De acuerdo con la narración de la fiscal Rojas, los abusos comenzaron en 2010, cuando la víctima de trece años asistía a la preparación para la primera comunión en la parroquia San Ramón Nonato de Bogotá, que estaba a cargo de Cuenca. En ese momento, el sacerdote comenzó a referirse al menor como «el bebé, el bebé de cara bonita, el bebé de cara de porcelana» y a exigirle que, si no era bebé, debía demostrárselo: «aquí no entran los bebés y si quieres demostrarme que no eres bebé, me tienes que mostrar tu vello púbico, si es que lo tienes ya».
De acuerdo con la fiscal, durante actividades parroquiales, Cuenca «centraba su atención en el menor, abordándolo con temas sexuales y realizando gestos sugestivos, tocándose el pene de manera fuerte, mostrando ejercicios que, según usted, eran ejercicios para el crecimiento del pene, actividad en la cual le mostraba la ropa interior y posteriormente le pedía que le realizara masajes». Otro incidente ocurrió durante las novenas de Navidad de 2011, en las que Cuenca «buscaba siempre la cercanía física con el menor, ya que al terminar la novena en las horas de la mañana, solicitaba que le practicara masajes y conversando siempre de temas sexuales». En un viaje a grabar un programa en Cristovisión, el sacerdote «se estimulaba los genitales de manera fuerte y erótica en presencia de la víctima y de otro menor».
Los abusos escalaron en 2012, tras el traslado de Cuenca al Seminario Mayor de Bogotá, motivado por quejas de la familia de la víctima. Durante una visita grupal al Seminario, en julio de ese año, Cuenca «buscó la manera de apartar al menor, lo condujo a que conociera las instalaciones del seminario y en esa oportunidad, en una de las habitaciones, le cerró la puerta, lo abrazó fuertemente, no lo dejó salir, lo besó muy fuerte y comenzó a tocarle los genitales».
Para 2015, cuando la víctima tenía diecisiete años y Cuenca había sido trasladado a la capilla del Parque Simón Bolívar, los hechos incluyeron accesos carnales violentos. La fiscal relató que Cuenca invitó al menor a sus instalaciones y, aprovechando su vulnerabilidad por la enfermedad de su madre, se encargó de «cerrarle la puerta, forzarlo a tener relaciones y fue allí en donde el menor fue víctima de manera violenta por su parte de acceso carnal violento. Allí lo accedió hasta que ya él dijo que no más, que por favor, no más, y pedirle que por favor lo soltara hasta hacerlo sangrar». Estos episodios se repitieron «en múltiples oportunidades» entre 2015 y 2019, a menudo en una casa en el barrio El Greco, donde Cuenca condicionaba pagos por trabajos de limpieza a actos sexuales: «antes de pagarle y antes de entregarle los cien mil pesos ofrecidos inicialmente como regalo y hacerle el pago, lo accedía. Eso ocurrió después con más frecuencia, es decir, cada ocho días».
La fiscal imputó los delitos en concurso homogéneo y sucesivo, con agravantes por la autoridad del sacerdote y la vulnerabilidad de la víctima, quien provenía de una familia de escasos recursos y sin una figura paterna. Cuenca no aceptó los cargos, argumentando falta de claridad en los hechos. La audiencia concluyó sin medida de aseguramiento y el caso avanza hacia la acusación formal.
Una heroína
Este no es un caso aislado. Una investigación publicada en CasaMacondo, reveló que Cuenca ha sido señalado de abusar sexualmente de al menos doce niños desde 2006 en parroquias de Bogotá. La docente Carolina Bohórquez recopiló testimonios de víctimas, muchos de ellos amigos suyos, en un dossier que expuso un patrón de abusos y encubrimientos por parte de la Arquidiócesis de Bogotá.
La investigación muestra que, pese a denuncias recibidas el 6 de enero de 2023 por el arzobispo Luis José Rueda Aparicio —sucesor del cardenal Rubén Salazar Gómez, mencionado en contextos de encubrimiento previo—, Cuenca fue promovido a arcipreste en marzo de ese año. Solo la intervención del Vaticano en 2024 llevó a su expulsión del sacerdocio. La denuncia también involucra a Guillermo Andrés Gómez Beltrán, un seminarista, y permanece en la Fiscalía sin avances significativos.
La víctima de Cuenca reside en Barcelona, España, y continúa en terapia psicológica por el trauma, según la fiscal Rojas. Este caso resalta la lucha contra la impunidad en abusos clericales, con Bohórquez como figura clave en la exposición de estos hechos. La Fiscalía no ha comentado sobre posibles imputaciones adicionales por las otras víctimas reportadas.