Hace varios días una fuente me buscó para hablarme de una denuncia por el abuso sexual de un niño de siete años, estudiante del Colegio San Carlos, que involucra al sacerdote benedictino Manuel Cely Silva. La fuente, con acceso al expediente del menor, me dijo que sentía que el caso no iba a prosperar, a pesar de la gravedad de la denuncia, por las conexiones que tiene el colegio con poderosos de todos los niveles. Para su defensa, por ejemplo, contrataron a los abogados Fabio Humar y Mario Iguarán, exfiscal general.
Las alertas por un presunto abuso sexual se prendieron desde abril, cuando la mamá del menor comenzó a notar comportamientos inusuales en el niño. De inmediato, cuenta ella, contactó al colegio «para que atendieran mi preocupación respecto a los comentarios y comportamiento que mi hijo venía presentando». Según su relato, sus mensajes fueron ignorados e, incluso, en una ocasión, cuando su esposo pasó a recoger al niño, buscó una explicación en la psicóloga, «quien sencillamente dio una aclaración muy ligera de lo sucedido, sin mirar la trascendencia de lo que mi hijo me había comentado».
Desde abril, el colegio debió haber activado los protocolos que se siguen cuando hay indicios de un abuso sexual. No lo hizo, según cuenta la madre del niño: «Si las funcionarias del colegio hubiesen sido diligentes a mi preocupación, probablemente esto no hubiese llegado a esta desafortunada situación».
Al ser ignorada, la madre del niño contactó a una psicóloga, quien después de varias sesiones logró que este le contara los detalles del abuso sexual del que fue víctima no solo él, sino, presuntamente, otros dos niños que, atraídos por dulces y juguetes, eran llevados por Cely Silva a la casa de los benedictinos en las instalaciones del colegio.
La denuncia llegó en agosto a la Fiscalía, la hizo el rector Juan Fernando Corral obligado por los protocolos que se siguen en caso de abuso sexual. Lo hizo después de recibir, el 11 de agosto, la denuncia de la madre del menor, quien con el dictamen de la psicóloga que estableció la veracidad del relato del niño, se presentó en las oficinas del colegio. El ente acusador emitió las primeras órdenes de policía judicial el 5 de septiembre.
Tras la publicación de esta historia el pasado 18 de septiembre y la presión de los padres de familia del colegio, el rector Corral les informó a las familias de los otros dos niños sobre estos hechos. Aunque el directivo dijo haber activado los protocolos inmediatamente conoció la denuncia, lo cierto es que no lo hizo, pues Corral estaba obligado a informarles a las otras dos familias involucradas. Sumado a esto, el colegio tenía información desde abril y aún así no activaron los protocolos.
En una reunión con los padres de familia del colegio el 19 de septiembre, el rector minimizó la denuncia al afirmar que la investigación no es por abuso sino por acoso sexual. Uno de los asistentes le explicó al rector la diferencia entre acceso carnal violento y abuso sexual, el cual se manifiesta de muchas formas. Tocar a un niño inapropiadamente no es un acoso, es un abuso sexual, solo por poner el ejemplo más ilustrativo.
Los apartes que estoy citando en este texto son de una carta que la madre del niño les escribió a los padres de familia del colegio después de la reunión convocada por el rector, en la cual Corral revictimizó al menor y a sus padres de todas las formas, incluso comentando situaciones del fuero interno de esta familia. La mujer dijo en la carta que Corral «falta a la verdad» y hace un recuento de los hechos: «En razón a la indiferencia por parte del colegio ante la preocupación que rondaba mi mente respecto al comportamiento de mi hijo, acudí donde una especialista particular, sicóloga terapeuta en temas de abuso sexual de menores, para poder ir al colegio a hablar con elementos de juicio y no solo con los presentimientos que como mamá tenía al respecto y los cuales, les reitero, fueron ignorados por la institución. No es un papel, como lo presentó Corral, es un informe terapéutico, en el que se ha venido consignando hasta el día de hoy lo que vivió mi hijo en el colegio».
«Un proceder humillante y carente de empatía»
Manuel Cely Silva es el más poderoso sacerdote de la comunidad de los Benedictinos en Colombia. Es el prior de la congregación y presidente del consejo directivo del colegio, propiedad de los religiosos. Aunque el rector dijo en la reunión de padres de familia que el nombre del sacerdote denunciado lo puso CasaMacondo, dos hechos lo desmienten.
En una de las reuniones que el rector Corral tuvo con la madre del niño, también estuvieron el padre del menor y el sacerdote Manuel Cely Silva. Corral, quien les hizo una cronología a los padres de familia del colegio sobre las visitas de la madre denunciante desde el 11 de agosto de 2023 a su oficina, omitió hacer referencia a este encuentro y por ningún lado mencionó al padre del niño, solo a la madre, quien narra este encuentro en la carta a los padres del colegio: «Desdibuja la verdad el señor Corral, al omitir contarles que el mismo día en que mi esposo y yo acudimos al colegio a ponerle de presente lo sucedido y con el informe de la terapeuta, el cual reposa en su poder, horas después nos llamó y dijo que regresáramos al colegio nuevamente para hablar con los directivos del Monasterio, quien para nuestra terrible sorpresa, era el presunto agresor de nuestro hijo, siendo este proceder el más humillante y carente de empatía por parte del señor Corral, al sentarnos en la misma mesa, frente a quien ha causado tanto dolor y angustia a nuestra familia. Agradezco a Dios que mi esposo se pudo contener, para no pasar de ser las víctimas a ser los victimarios».
El segundo hecho es tan irrefutable como el anterior. El nombre de Cely aparece en el relato del niño con la psicóloga, plasmado en el documento que la madre del menor le presentó al rector y con el que el colegio remitió a la Fiscalía. En el documento hay otro sacerdote involucrado y una empleada del área administrativa del colegio. Según el rector Corral, por orden de la comunidad religiosa de los Benedictinos, con sede en Estados Unidos, los monjes fueron retirados del contacto con los estudiantes del colegio desde el pasado 15 de agosto.
«Me negaba a creer que tenía que retirar a mi hijo del colegio, pues me parecía injusto que fuese precisamente él quien tuviese que abandonar el colegio, por un hecho ajeno a su voluntad, y que las personas que causaron todo este mal, siguiesen en el colegio, protegidas por el proceder de sus Directivos», continúa la madre en su misiva a los padres del colegio.
La carta de esta madre termina desmintiendo insinuaciones del rector en la reunión con los padres de familia: «no me asistía ningún interés de tipo económico», y recordando al exrector del colegio, un monje benedictino que dirigió la institución por cuarenta y ocho años, admirado por grandes y chicos: «Solo puedo decir que Dios me ha fortalecido, y doy gracias a él, que hoy mi hijo está en otro colegio y que pudo hablar de lo sucedido; pues después de ver el actuar del señor Juan Fernando Corral, no me queda ninguna duda que los valores y principios inculcados por el padre Francis quedaron relegados al olvido».
Manuel Cely Silva es el superior de su comunidad religiosa, el Monasterio Benedictino de Tibatí. Es sacerdote desde el 12 de marzo de 2005 y desde entonces ha sido profesor de Religión y capellán de primaria en el Colegio San Carlos, maestro de Formación dentro de la comunidad monástica, rector del Colegio San Benito y actualmente prior del Monasterio. Esta trayectoria la entregó Cely Silva en respuesta a un derecho de petición para una investigación periodística a nivel nacional que busca establecer cuántos sacerdotes han sido denunciados por violencia sexual infantil.
Los benedictinos fundadores del San Carlos llegaron en los años sesenta a Colombia desde Dakota del Norte, Estados Unidos, con la intención de fundar este colegio, por el que han pasado personalidades como los expresidentes Juan Manuel Santos y Andrés Pastrana; el exvicepresidente Francisco Santos; Luis Carlos Sarmiento hijo, presidente de Grupo Aval; el expresidente del Banco Interamericano de Desarrollo, Luis Alberto Moreno; el exministro de Defensa Gabriel Silva Luján, y el cantante Andrés Cabas, entre otros.
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