Este proyecto recibe el apoyo de la beca Forus sobre Narrativas Positivas
1. Calakmul, la selva y la vida

Selva virgen, Calakmul, en Campeche, fue sede del poder maya en el período Clásico, los últimos siglos del primer milenio. Los gobernantes miraban kilómetros dentro, hacia la selva o el infinito: ahí donde la vista abarca. En el siglo XXI, el Tren Maya llegó a donde ningún ferrocarril había llegado. Entre árboles de quince metros de altura, volcanes de murciélagos y sequías, el tren es acompañado por un hotel al que a diario le surten pipas de agua.


2. Bacalar, la memoria del agua
Al agua se le pide permiso. A los cenotes, a los ríos, a la lluvia. También a la Laguna de los Siete Colores, en Quintana Roo. Para sembrar y para cosechar, los mayas de Bacalar y la península de Yucatán piden permiso, solicitan que el agua sea benévola y surta de vida a la tierra. Pero la tierra es parcelada, vendida, despojada. En ella se construyen hoteles y casas para ajenos que vierten sus aguas negras a la laguna.




3. Felipe Carrillo Puerto, el corazón peninsular


Una cruz aparece junto a una ceiba y un cenote. La cruz habla. Se comunica con los mayas y en su lengua les dice: resistan. En medio de una guerra, se funda una ciudad. Noh Cab Santa Cruz Xbaalam Naj, Chan Santa Cruz. Medio siglo después, cae en manos de los blancos y el ejército porfirista construye un tren militar en la “Siberia caribeña”. Los mayas lo destruyen cuando llega la Revolución. La ciudad cambia de nombre: Felipe Carrillo Puerto. El ciclo se repite más de un siglo después con la construcción del Tren Maya. El crimen organizado y el narcotráfico incrementan. La cruz, en silencio, dice: resistan.


4. Valladolid, la chispa de la rebeldía
26 de julio de 2025. Es el aniversario 178 de la ejecución de Manuel Antonio Ay, la chispa que detonó la Guerra Social Maya contra los hacendados españoles en Yucatán. En Valladolid, ciudad colonial de Yucatán, nada se conmemora ni se recuerda. El tren, dice la activista Candie May, profundiza la violencia de género. Cuando un autobús que se dirige a la estación del Tren Maya pasa frente a Casa Colibrí, el centro de derechos humanos que fundó, May afirma que, por congruencia, nunca se subirá al ferrocarril.



5. Camino Real, en defensa del triángulo de la vida

Agua, abejas y semillas. Ese es el triángulo de la vida. En el Camino Real, Yucatán y Campeche, granjas porcícolas y avícolas ensucian el agua con estiércol de miles de cerdos y gallinas. Sus heces se filtran a cenotes y ríos subterráneos. El monocultivo destruye la variedad genética de la milpa, las abejas dejan de polinizar. El tren, pronto, llevará la carga de las industrias hacia Estados Unidos.


6. Nacer con el tren, Escárcega y Candelaria


El tren antiguo pasaba por estas vías, entre Escárcega y Candelaria, en el sur de Campeche. Conectaba los pueblos, paraba en cada estación, se subían a vender panuchos, salbutes, seguía su camino hacia México. Fue privatizado, dejó de pasar. Se construyó un nuevo tren, el Maya, sobre la vía de antaño. El nuevo tren no se detiene en pueblos minúsculos. ¿Qué le van a interesar a un turista?, parece afirmar el gobierno mexicano con su trazo.


7. Tenosique, un sueño sin Bestia
Beylo Raudales sueña con subirse al Tren Maya. Ser un pasajero, dormitar en sus asientos color jade, ver pasar la península. Pero no puede. Llegó hace unos días desde Honduras, tras ser deportado por Estados Unidos. Observa al tren que pasa por los rieles en Tenosique, Tabasco, y recuerda aquel otro tren, La Bestia, que dejó de pasar. Dos veces se subió a ella, rumbo al norte.



8. Palenque, epicentro del poder

El rey Pakal conduce una nave desde Palenque, Chiapas. Se eleva encima de todos, hacia las estrellas. Quiere observar el imperio que construyó. Aún no lo sabe, acaso lo intuye: en los siglos venideros otro gobernante lo acompañará cuando decida retirarse. Pakal verá cómo dos caminos blancos se hacen uno. Su vecino los construyó. En Palenque convergen el Tren Maya y el Tren Interoceánico.

