Los mejores 50 libros del año

Cuento

Fotografía: archivo personal.

El cuento, para muchos, es un frustrante abrebocas de algo que podría ser una novela. En la brevedad, sin embargo, encuentro precisamente su virtud: agradezco la síntesis de una pepa que se traga con facilidad y admiro la capacidad de comprimir vidas enteras en unas pocas páginas. Los seis cuentos reunidos en el más reciente libro de Samanta Schweblin tienen esa cualidad sintética, una maestría técnica que reafirma su consolidación como una de las escritoras más notables de estos tiempos. Cada uno de los cuentos incomoda de una manera diferente, ya sea porque ofrece la anomalía dentro de lo cotidiano, o por la revelación, de manera inesperada, del misterio del alma humana. Como pájaros carroñeros, pacientes y elegantes, estos cuentos se posan en los puntos de quiebre y observan con un ojo afilado y frío lo que cambia de manera extraordinaria e irreversible. Todos los personajes están rotos en alguna parte y sus heridas resuenan en nuestros más oscuros miedos. Así como confiamos nuestras dolencias a la pepa química, que opera su trabajo secreto en nuestras entrañas, estas historias estallan un tiempo después de su lectura, y hacen de la extrañeza un lugar familiar, en el que cualquier cosa, terrible o maravillosa, es posible y verdadera.

Nobara Hayakawa

Fotografía: Jindrich Nosek.

Como todo aquel que sale de casa, Salir de casa es un libro dividido en dos. Los dos relatos que lo componen son inconexos y, a la vez, el mismo. En el primero, dos hermanas preadolescentes viajan de Boyacá a Bogotá con la certeza de que abandonar el hogar es garantía de un futuro. En el segundo, la hija de una familia que ha migrado a Barcelona encuentra en su lengua materna una forma de salvaguardar su pasado. Así es como Salir de casa nos lleva desde América hasta Europa, obligándonos a avanzar hacia el oriente como demostración de que toda línea recta es el espejismo de un viaje circular. Al leerlo, uno constata que este libro dividido es, en realidad, un relato multiplicado. Es la historia del deseo, la transformación, el desapego, la migración, el espíritu bifurcado y la vida que transcurre en varios tiempos a la vez. Leer Salir de casa es recorrer un camino que conduce a un espejo infranqueable, pero en cuyo reflejo se recorre el camino de regreso.

Nicolás Barbosa

Fotografía: Jindrich Nosek.

A los lectores de Tomás González se nos ha vuelto parte de la vida la espera de su siguiente libro. Aun cuando en la última década ha publicado algunas novelas menores, su prosa siempre es fulgurante. También en estos años ha dado a luz una novela capital que abarca su universo con maestría: El fin del océano Pacífico. Sin embargo, el gran acontecimiento reciente fue la publicación, en 2019, de La espinosa belleza del mundo, la antología que reúne en un orden místico treinta años de producción de cuentos. Y ahora, la aparición de Vista del abismo, donde encontramos, cristalizados, los elementos que son carne de su literatura: el humor, la tragedia, la violencia, los animales, la luz. En estos veinte relatos, «el opulento abismo» puede ser la ruina de un pueblo sumergido en las aguas de una represa, el impulso de un hombre de abandonar a su familia, el vacío entre dos amantes que viven en una casa especular o los muertos que permanecen. El abismo, como la marea, regresa, se transforma y lo engloba todo. La escritura de Tomás González ilumina el camino hacia la redención en un mundo que no es del todo trágico, aunque duela y no es del todo cómico, aunque contenga la risa.

F. M. Cuéllar