El 29 de agosto de 2017, un cura maldijo a los magistrados del Tribunal Superior de Manizales. Los togados habían confirmado una condena que ordenó a la arquidiócesis el pago de una indemnización a la víctima del sacerdote Pedro Abelardo Ospina. «El juez quiere condenar a la Iglesia, ¡maldita su condena!», dijo el sacerdote antioqueño Octavio Barrientos en RCN Radio. «¿Quién puede juzgar a la Iglesia creada por Dios? ¿Un hombre? ¡Jamás! A la Iglesia, que es una institución divina, la puede juzgar Dios. La Iglesia nunca falla».
En ese momento, Barrientos (que no tiene parentesco alguno con el autor de esta denuncia) trabajaba como ecónomo de la Iglesia católica en la capital de Caldas. Seis años más tarde fue denunciado por el abuso sexual de un menor de edad. El 26 de septiembre de 2023, un día después de haber firmado una declaración de idoneidad con la que Barrientos pretendía trabajar en Estados Unidos, el arzobispo de Medellín, Ricardo Tobón, fue informado sobre esta denuncia. En su declaración laboral sobre el sacerdote, Tobón había asegurado que Barrientos no manifiestaba «problemas de conducta en el pasado que indiquen que no puede tratar con menores de una manera apropiada». Hay indicios de que esto no es cierto.
La denuncia que leyó el arzobispo era de un hombre que decía haber sido víctima de abuso sexual a sus diecisiete años en la finca del cura en el corregimiento de San Félix, Bello, en 1995. Barrientos fue rector del Liceo San Rafael, en el barrio Belén, entre 1989 y 1992. Tenía cuarenta y un años cuando conoció al denunciante, quien estudiaba en ese centro educativo. Durante el tiempo en que fue rector, Barrientos se ganó la confianza del adolescente. Luego, entre abril y mayo de 1995, abusó sexualmente de él cuando era párroco de Santa Ana en Sabaneta.
En la denuncia, el joven asegura que acudió a la finca del cura en San Felix «con base en promesas de ayuda para mi madre y para mí». Una vez allí, sin embargo, la situación cambió. Según el denunciante, «después de hacerme tomar varios tragos de whisky», el cura lo obligó «a sostener relaciones sexuales». Dice en el relato: «No conocía el lugar, las puertas de la casa, como me decía el mismo sacerdote, “ya tienen tranca y la alarma está activada, solo se abrirán mañana que entre el mayordomo”». Y agrega: «Sin dinero para pasajes de bus, sin saber cómo regresar a su casa desde allí, me vi forzado a complacer al sacerdote en todo tipo de vejámenes que sus fijaciones sexuales le provocaron».
Después del abuso vino la absolución, contó el sobreviviente en la Arquidiócesis de Medellín. «Al día siguiente, Barrientos me dijo que me daba la absolución de mis pecados y que de estos temas seguiríamos hablando en confesión, dado el acompañamiento espiritual por el cual teníamos contacto; que había que ponerse en las manos de Dios que nos conoce y perdona, pues no se puede actuar contra natura y, si ser así, homosexual, era nuestra naturaleza, éramos criaturas de Dios y así nos amaba y nos perdonaba estas debilidades».
Una promesa de trabajo en una parroquia para la madre del joven selló el pacto de silencio. Pero ese pacto tenía un precio, y era que los encuentros continuaran. «Así fue como promesa tras promesa de ayudas, varias de las cuales cumplió, fue forjando una relación de abuso sistemático, de manipulación de mi voluntad y libertad por más de veinte años».
Al ser consultado sobre esta denuncia, el sacerdote negó rotundamente los señalamientos. Dijo, sin aportar ninguna prueba, que conoció al denunciante cuando este tenía veinte años y no a los diecisiete, en el colegio, como asegura el sobreviviente. CasaMacondo tiene los registros académicos del bachillerato de este último que demuestran que Octavio Barrientos está mintiendo.
Barrientos, sacerdote de la Arquidiócesis de Medellín, trabajó como ecónomo en la Arquidiócesis de Manizales con el arzobispo Gonzalo Restrepo Restrepo, quien renunció inadvertidamente a esta jurisdicción el 6 de enero de 2020. El libro El archivo secreto revela numerosos casos de sacerdotes pederastas que Restrepo Restrepo encubrió y que explican su renuncia súbita.
Ante el silencio de las autoridades eclesiásticas y de su presunto victimario, el pasado primero de marzo, en la parroquia San Juan Apóstol, en el exclusivo sector de El Tesoro, de Medellín, el sobreviviente encaró a Octavio Barrientos al final de la misa.
La pederastia eclesial en cifras
Este año, la Corte Constitucional se prepara para emitir una sentencia en relación a ciento veinte tutelas (setenta y cinco ganadas y cuarenta y cinco perdidas) que el periodista Miguel Estupiñán y yo interpusimos contra todos los obispos y superiores de comunidades religiosas del país. De ser favorable para el acceso a la información en Colombia, la sentencia obligaría a la Iglesia católica a entregarnos el archivo secreto, donde reposan las denuncias por pederastia y abuso sexual contra sacerdotes.
Con la poca información que hasta la fecha nos han entregado los obispos y superiores de comunidades religiosas, el 13 % de la solicitada, escribimos el libro El archivo secreto. La obra saca a la luz los nombres de 575 sacerdotes denunciados por pederastia y abuso sexual, 94 % de ellos en los últimos veinte años.
A la Fiscalía fueron remitidas 345 denuncias contra esos sacerdotes, en su gran mayoría por las propias víctimas. Desde 2022, la Iglesia católica ha puesto en conocimiento de la Fiscalía apenas 40 casos, pero solo después de que los altos jerarcas recibieran un derecho de petición para la investigación de El archivo secreto.
Hasta el momento, solo ha habido 51 condenas penales en Colombia y 9 en el exterior. Los jueces de la república o de otros países absolvieron a 16 curas. En total, 155 de estos sacerdotes continúan ejerciendo.
El archivo secreto en voz alta
En CasaMacondo creemos en la información libre, sobre todo cuando es de interés general. Por esto, nueve periodistas, junto a los autores de El archivo secreto, leyeron en voz alta los doce capítulos del libro. Aquí pueden encontrar la lista de reproducción.
También queremos que los 575 casos de sacerdotes denunciados por pederastia y abuso sexual que están registrados en El archivo secreto sean leídos por ciudadanos que quieran sumar su voz para que estas historias no queden en el olvido. Si quieres participar de esta lectura colectiva, escríbenos a direcciongeneral@casamacondo.co manifestando tu interés en leer uno de los casos. Te responderemos con una historia para que la leas y la grabes en un video selfi que nos enviarás por correo electrónico.
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