¿Qué es el dolor? ¿Qué dice sobre nosotros? ¿Cómo lo sentimos, lo evitamos o incluso lo buscamos? Estas y otras preguntas las ha tratado de responder el autor de Carne doliente, un libro que aborda desde la filosofía y el testimonio nuestra relación con el dolor físico.
Un día, el cuerpo le gritó. No fue una metáfora: fue un nervio espichado. Su síndrome de ciática resultó punzante, persistente, demoledor. De ese episodio personal nace Carne doliente (Planeta, 2025), un ensayo en el que David Fajardo narra su experiencia con el dolor y lo disecciona desde múltiples frentes: la filosofía, la psicología, la ciencia y la historia.
Durante su visita a la sala de CasaMacondo, este doctor en Filosofía por la UNAM nos explicó que ese dolor lo obligó a detenerse y a reflexionar, a buscar respuestas más allá de los consultorios. La filosofía, asegura, aborda lo que atraviesa la existencia humana: la muerte, el duelo, la finitud y, por supuesto, el dolor. Pero nuestra cultura ha preferido silenciar esos temas.
El libro se sustenta en más de ciento cuarenta fuentes que el autor consultó con rigor académico y una prosa que nunca renuncia al relato, a la narración simple y detallada. Desde la filosofía analítica hasta los estudios contemporáneos sobre la «neuromatriz del dolor», Fajardo nos guía por el complejo sistema del cuerpo humano que nos hace sentir —y a veces temer— cada punzada. Incluso diferencia entre el simple reflejo de daño y la experiencia completa del dolor, aquella que involucra recuerdos, estados de ánimo y vínculos emocionales. «Cada dolor es único. Porque cada cuerpo, cada memoria y cada historia también lo son», afirma.

En nuestra conversación, Fajardo se detuvo en una idea clave: el dolor como mecanismo de supervivencia. Este profesor posdoctoral de la UNAM sostiene que, sin la capacidad de sentir dolor, ni nosotros ni nuestros ancestros habríamos sobrevivido. Menciona casos clínicos de niños con analgesia congénita —incapaces de sentir dolor—, quienes terminan lastimándose sin percibirlo. «El dolor no es una maldición; es necesario para equilibrar nuestras vidas», señala.
En esta charla también surgió una pregunta intuitiva: ¿duele menos cuando estamos distraídos? La respuesta de Fajardo se basa en múltiples estudios: «La atención es un recurso limitado. Si estamos ocupados en otra cosa, el dolor puede menguar».
Desde el picante que arde pero nos gusta, hasta el dolor que acompaña una pérdida, Carne doliente explora incluso el sufrimiento que buscamos o ritualizamos. Fajardo no romantiza el dolor, pero tampoco lo rechaza. Le otorga un lugar legítimo en la experiencia humana.
Los invitamos a ver esta conversación sobre el dolor físico, hecha por dos personas unidas por el martirio diario de una punzada inclemente en el nervio ciático.
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