Fue un día antes del hallazgo de los niños, en el vuelo nocturno del King Air 90 que llevaba de regreso desde el Amazonas a Bogotá al general Pedro Sánchez y al periodista José Alejandro Castaño. En una bolsa, junto a su maletín personal, el jefe del Comando Conjunto de Operaciones Especiales traía un pañal de la bebé Cristin que habían encontrado esa mañana en la selva. El militar venía frustrado, convencido de que en esos dos días junto a sus hombres recorriendo la jungla había pasado junto a los niños sin verlos.

Castaño le anunció que escribiría un libro con todo lo vivido. Sánchez le dijo que lo respaldaría en lo que necesitara. Y honró su palabra hasta el extremo de compartir la lectura del monitor holter que le pusieron como parte de un chequeo de rutina. Así, cuando le confirmaron el hallazgo de Lesly, Tien, Solenny y Cristin, los autores de este libro supieron que para el general “la marca numérica de su alegría fueron ciento cuarenta pulsaciones por minuto”. (Relato 38)

Dos semanas después, el periodista Pacho Escobar le propuso a José Alejandro —ambos cofundadores de la revista digital CasaMacondo— que escribieran juntos este libro. Ellos eran amigos desde 2012. Ese año Castaño había sido acusado de mentir en sus crónicas y Escobar fue uno de los pocos colegas que defendió su trabajo. Aceptar su ofrecimiento de hacer esta crónica a cuatro manos era una alegría personal y profesional para ambos.

Divididos en afanes y responsabilidades, Pacho lideró el cumplimiento de los plazos, ordenó la reportería y dispuso los recursos de soporte y la enorme montaña de información contextual. Orden, disciplina y algo más: escribió una primera versión de la mayoría de los relatos. El lugar de Pacho como primer autor en la carátula del libro es un reconocimiento de José Alejandro a su trabajo. Sin él, dice, este libro no habría sido posible.

Castaño des-escribió esos primeros textos escritos por Escobar, y los suyos propios. Así llama él a su trabajo: des-escritura. Esa fue la tarea principal de José Alejandro y de ese modo fueron avanzando: Escobar escribía de día y Castaño reescribía de noche, sumando capas de significado, construyendo vínculos, cosiendo historias mínimas, acortando, atirantando, quitando y poniendo.

El mapeo de la investigación dejó a José Alejandro concentrado en los relatos del general Pedro Sánchez y de Fátima, la abuela de Lesly, con quien, contra toda posibilidad, pudo conversar personalmente. Pacho, a su vez, se centró en el relato de los indígenas. Él logró construir una relación de cercanía con los cuatro uitotos murui que rescataron a los niños. La prueba de esa confianza fue que ellos accedieron a ir a su casa, en el barrio Chapinero de Bogotá, y durante dos días los oyó, grabó y tomó nota. Así pudieron reconstruir los detalles inéditos del rescate de los cuatro hermanos en el límite de sus vidas, a punto de morir.

Esa reportería de ambos produjo más de trescientas páginas de entrevistas y fue, junto con las crónicas primeras publicadas en CasaMacondo, la base de Relato de un milagro.

Clave también fueron los acuerdos sellados a sangre en el inicio: Primero, lograr entrevistas exclusivas y subrayar en ellas un contexto que diera cuenta de sus singularidades. “¡De quién más!, dice Fátima con la pierna derecha sobre la rodilla izquierda, calzada con zapatillas Nike. Después recuerda que su hija podía jugar un partido de una cosa, luego un partido de otra cosa, y seguir y seguir”. (Relato 24).

Y segundo, no escribir de oídas. Dar cuenta de una experiencia testimonial. Salvo en Araracuara, José Alejandro pudo caminar los territorios mencionados en el relato, antes o después de la búsqueda de los niños. Ninguna alusión a un animal o a una planta fue extraída como cita o dictado de algún experto consultado. Todas las alusiones en el libro son hallazgos de una experiencia de escritura personal.

Dejar por fuera montones de datos y muchas escenas también fue clave. José Alejandro dice que: “Si la luz —es decir la sombra— es el recurso principal del cine, la palabra —es decir el silencio— lo es de la escritura”. Asegurar esos silencios en la historia y lograr un relato abreviado y contenido, dice él, fue lo más complejo.

Este libro es un parte aguas. Es el debut de Pacho Escobar y el regreso de José Alejandro Castaño, que no publicaba un libro desde 2014. Ese año hizo un libro de crónicas sobre bosques y selvas amazónicas, editado por la revista Etiqueta Negra, para la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático. Vaya casualidad, porque este Relato de un milagro transcurre e ilumina lo que está ocurriendo hoy en la Amazonía.

La última señal de la avioneta Cessna indicó un lugar en la margen izquierda del río Apaporis, en territorio del Parque Nacional de Chiribiquete, uno de los lugares más aislados e inexplorados de la tierra, que esconde y resguarda el arte rupestre más antiguo descubierto en América. Los más de setenta mil dibujos pintados sobre las rocas de los tepuyes tienen cerca de dieciséis mil años y representan la cosmovisión y espiritualidad de los primeros humanos que estuvieron allí. Los cuatro hermanos que sobrevivieron cuarenta días y los guardias indígenas que encontraron los restos de la aeronave y a los niños casi agonizantes, son herederos de ese conocimiento y de ese habitar que, ayudados o no por los espíritus del bosque, les permitió salir victoriosos de la selva.

Ese hilo testimonial e imaginado que es Relato de un milagro nos sumerge en la historia de la búsqueda y el rescate de Lesly, Tien, Solenny y Cristin y nos deja en un vértice de incertidumbre respecto al futuro de esos niños y de ese territorio amenazado que es Chiribiquete y la gran Amazonía.

¿Cómo cuidar de los niños? ¿Cómo cuidar de la selva? 

Las respuestas son apremiantes.

Andrés Wood Montt

Cineasta chileno, director de películas como Machuca, Violeta se fue a los cielos y de series como Noticia de un secuestro.

María Elena Wood Montt

Documentalista y periodista chilena, creadora de contenidos audiovisuales y productora de Noticia de un secuestro.

Santiago de Chile, 21 de noviembre de 2023

Relato de un milagro fue editado por editorial El Peregrino, muy pronto en todas las librerías del país.

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