Somos CasaMacondo

CasaMacondo comenzó adentro de una semilla. El nuestro ha sido un viaje largo, concienzudo, plagado de prodigios fortuitos y venturosos, todos felices, incluso los tristes

 Nos parecemos a esas semillas que solo germinan después de que las mastican, degluten y esparcen osos, dantas, monos, guacamayas, murciélagos, tortugas, manatíes… Nos sembró el azar, es verdad, pero no somos su fruto.

Decidimos que el corazón de esta casa —el centro de su centro— sea algo así como el infinito, el devenir de un relato que empieza y termina una y otra vez, siempre igual, siempre distinto. Creemos en la posibilidad creativa que nos brinda esa metáfora.

Somos trece por calculado capricho. Acordamos ese número —que los constructores evitan escribir en rascacielos, aeropuertos y puentes atirantados— porque nos escolta la confianza, no el recelo.

Entendemos el periodismo como un oficio y una vocación, una manualidad más bien artesanal, no industrial.

Por eso, y resumiendo: donde otros prefieren cerrar los ojos, seguir de largo, nosotros elegimos detenernos, meter las narices.

Porfiamos en un propósito: sorprendernos con la realidad de Colombia —tantas veces tragicómica— y narrarla con llaneza y brevedad, ojalá con elocuencia.