Aranjuez
Gilmer Mesa
Literatura Random House
296 páginas
Aranjuez es la vida de ese barrio al nororiente de Medellín, narrado en primera persona. Si se trata de la vida de Gilmer Mesa, su autor, eso no lo sabemos, lo que sí es cierto es que es la vida de un barrio; de un barrio que respira, un barrio que duele, que llora y que el narrador vive a través de la muerte de sus amigos, de las novias de sus vecinos, de los partidos de fútbol de su familia. ¿Esa primera persona es de Gilmer? No sabemos. Es un relato al ritmo de la nostalgia, una nostalgia de aquello que pudo haber sido y nunca fue. Es delicado, sutil y, en medio de tanto dolor y tantas historias truculentas, es gentil. Entonces, tal vez, sí es Gilmer, un hombre que creció en los años ochenta y noventa en Medellín, Colombia, una ciudad que «olía» o, como diría Mesa, «huelía» a narco, a bandido. A lo largo de Aranjuez se siente a ese joven que, junto a sus amigos, caminaron las cuadras de su barrio, ese que solo saben narrar en el rap sus amigos de Alcolirykoz. La gran virtud de esta novela es que, a pesar de ser escrita por Gilmer, aquí los protagonistas son las esquinas, las tiendas, las casas, los pillos y los sanos.
Catalina Ceballos
Contradeseo
Gloria Susana Esquivel
Literatura Random House
240 páginas
Gloria Susana Esquivel regresó a la novela con Contradeseo, y si en su primera novela consiguió retratar la infancia de muchos, ahora consigue retratar ese momento de la adolescencia en que no se dejó de ser joven pero aún no se es adulto. La novela comienza desde una supuesta premisa común y ordinaria: una amiga termina con su novio, se queda sin donde vivir, la acogen unos amigos recién casados. Pero algunos días terminan convirtiéndose en todos, y Esquivel, con esa pluma tan fina e incisiva que la diferencia de muchas de su generación, consigue tensionar las palabras para dejarnos entrar en el siempre misterioso mundo de la amistad adulta que, por lo general, olvida los sueños de la adolescencia. ¿Se puede vivir en comunidad, en un país extranjero, sin caer en los micropoderes sociales o en los estereotipos que vienen del país de origen? ¿Qué precio se paga por vivir en otro lugar, por la maternidad? La novela se acerca mucho a una respuesta.
Camilo Hoyos
Economía experimental
Juan José Ferro Hoyos
Angosta editores
306 páginas
La más reciente novela de Juan José Ferro Hoyos, ganadora del Premio Nacional de Novela Inédita 2022, nos deja entrar en la vida aparentemente rutinaria de un profesor universitario clase media, de mediana edad, de moderado éxito. El Economista, como se conoce al protagonista de la obra, parece llegar con altivez a la edad de las certezas y la estabilidad, al tiempo de los primeros homenajes en la Facultad, pero la curva dramática de la novela le reserva lo opuesto: el desmoronamiento de las estructuras morales, familiares y laborales, un cruce no señalizado de caminos. Los lectores nos debatimos entre compadecernos por las desventuras del profesor inofensivo o sonreír ante las consecuencias naturales que enfrenta un señor que se niega a admitir en su vocabulario la palabra patriarcado. El Economista recuerda a los hombres frágiles, entrañables y un poco antipáticos de la obra de Jim Harrison. En resumen, es una novela que incomoda, como debe incomodar la buena literatura. La dirección de arte y el diseño editorial de Mesæstándar también son maravillosos. Es un gusto sorprenderse con los detalles del separador, la tipografía y la diagramación aireada.
Catalina Navas
El medidor de tierras
Esteban Duperly
Tusquets Editores
163 páginas
Uno termina sintiendo compasión y ternura por este hombre anodino, inmerso en un laberinto kafkiano del que sale convertido en una especie de héroe. O mejor, de antihéroe. A primera vista, El medidor de tierras es la historia de un teniente del ejército, un agrimensor destacado en un puesto militar, una unidad de caballería en medio de una sabana que alguna vez fue selva. El hombre llega para marcar la frontera y ejercer soberanía, pero se encuentra con un superior desquiciado que le da otras órdenes que contradicen lo que en principio era su misión. En lo más profundo de esta novela, la segunda de Esteban Duperly, lo que hay es un desfile de personajes fantasmales atravesados por dolores y ausencias no resueltas, en un contexto donde destacan la rigidez, y a veces el absurdo, de las organizaciones militares. Aquí no ha llegado la guerra, no como la conocemos, porque se libran otras batallas más hondas y más íntimas. El medidor de tierras no es un plato fácil de digerir en sus primeras páginas, pero poco a poco la riqueza del lenguaje y la trama, robusta, se abren ante los ojos del lector y logran llevarlo de la mano por caminos donde la orfandad de esos hombres, tan machos y tan solos, genera una poderosa empatía.
Tatiana Escárraga
El retrato de casada
Maggie O’Farrell
Traducción de Concha Cardeñoso
Libros del Asteroide
400 páginas
En la corte de Florencia, el duque Cosimo de’ Medici ha decidido que su hija Lucrezia, la niña que hace muy poco se convirtió en mujer, va a tomar el lugar que dejó su hermana Maria al morir y será dada en matrimonio a Alfonso d’Este, futuro duque de Ferrara. Entregada sin mayores instrucciones sobre la vida de casada, sobre la primera noche ni las siguientes —«déjale hacer lo que quiera, no te niegues ni te opongas, respira profundamente y enseguida terminará»—, Lucrezia se confunde entre los consejos de sumisión que no hallan eco en un espíritu libre capaz de acariciar a una tigresa. Enfrentada a nuevas reglas, normas de personas adultas y de otras costumbres, intenta entender a ese esposo, doce años mayor, que se muestra con varias caras y la confunde entre la figura de un hombre amoroso y atento y la de un autoritario a quien le urge un primogénito. El temor a un posible uxoricidio pondrá a prueba su capacidad de «esquivar golpes invisibles» y la empujará a hacer valer su forma de ser, que no consiste «en someterse y consentir», al tiempo que lleva siempre en su mente la sentencia que le dio su cuñada al conocerla: «Te echarán la culpa».
Catalina Trujillo-Urrego
Fortuna
Hernán Díaz
Traducción de Javier Calvo
Editorial Anagrama
440 páginas
La historia inicial, en apariencia, es sencilla: Benjamin Rask, un talentoso inversionista, usa su herencia para ascender a la cumbre de Wall Street durante los años veinte y casarse con Helen Breevort, una mujer silenciosa y genial, proveniente de una familia de alcurnia venida a menos. Mientras Rask multiplica su fortuna, Helen exhibe los síntomas de una enfermedad mental crónica, que su esposo intenta derrotar en vano. La trama anterior, el primero de los cuatro textos que componen Fortuna, es una novela llamada Obligaciones. Se basa en la vida de un hombre llamado Andrew Bevel y su esposa Mildred, de acuerdo con el segundo texto, una autobiografía del financiero. Pero esta es una ficción, afirma el tercero, las memorias de Ida Partenza, una escritora italiana a quien Bevel contrató para que escribiera sus memorias. Y no narra toda la historia, sugiere el cuarto, los apuntes sueltos de un diario de Mildred. Leer Fortuna, la novela ganadora del Pulitzer del argentino Hernán Díaz, es un ejercicio detectivesco, un juego de espejos y narradores no fiables que se divierte con la forma y el estilo. Su título en inglés es Trust («Confianza»), justo aquello que se derrumba al pasar cada página.
Santiago Wills
La mano que cura
Lina María Parra Ochoa
Alfaguara
208 páginas
Esta novela es una especie de ritual secreto y, al mismo tiempo, un amuleto entregado al lector. Ritual y amuleto para adentrarse en los silencios forjados con las cosas que no se nombran, pero que se saben con certeza. Ritual y amuleto para romper esos silencios descritos por Lina María Parra Ochoa como una masa oscura, un humo negro, «un bulto sombrío de pena, de tristeza, de soledad, de frustración, de abandono, de olvido». La autora crea una atmósfera misteriosa, mojada por aguas negras y untada de tierra y matas secas en la que se mezclan imágenes del presente, del pasado y del futuro. En el medio está el duelo por la muerte del padre de Lina, que despierta en ella los poderes heredados de su madre. Los poderes no son otra cosa que abrir los ojos y las palmas de las manos para enterrarlas en la tierra negra y sentir y mover todo lo que contiene la vida y la muerte. Parra Ochoa escribe poseída por esa fuerza que comparten Soledad, Lina y Ana Gregoria, madre, hija y maestra. Un poder que ella susurra al lector como una revelación incompleta, porque, parece decirnos la autora, hay palabras que solo conocen, entienden y pronuncian los seres que ven con las manos.
Ivonne Arroyo M.
Lo llamaré amor
Pedro Carlos Lemus
Literatura Random House
168 páginas
Lo llamaré amor, de Pedro Carlos Lemus, no solo es una novela romántica, es una novela que inventa el amor. Quiero decir, es una novela que saca de la ceguera; cada encuentro con el ser amado es inédito y los sistemas afectivos y de signos de los que disponemos para amar están en un grado de descomposición avanzada. Así, esta novela ingeniosa, arriesgada, filosófica y elástica, que podría ser y no de vampiros, se concentra y se expande milimétricamente en los deseos. Pedro Carlos Lemus, narrador-autor-personaje, nos mueve entre grietas luminosas por una estructura en la que se cruzan el niño y la madre; el niño y el hombre. Asistimos a la elaboración de un sistema de signos que se va alimentando de lo que la experiencia y el contacto con la cultura popular ofrece. En un acto de absorción heterogénea, Lo llamaré amor crea su propio discurso amoroso, un ejercicio del decir en que el amado es un punto de referencia, y no es la herencia, ni la herida, sino el deseo lo que habla. Habla con unas ganas y una pasión por la otredad que hace entrever formas de amar movidas por la luz.
Fátima Vélez
Los genios
Jaime Bayly
Galaxia Gutenberg
240 páginas
Jaime Bayly hizo una apuesta arriesgada y dio en el blanco: inventó un mundo, a partir del puñetazo famoso que Mario Vargas Llosa descargó sobre el rostro de Gabriel García Márquez. Recurrió a la ficción para completar los vacíos de la versión oficial y superó el reto mayor: hacerla verosímil. Con una voz cargada de humor, ingenio y picardía, narra, como un funámbulo, las vidas e intimidades de los dos premios nobeles. Se mueve en esa frontera difusa que une y separa hechos documentados y escenas ficcionales. Aunque son de sobra conocidas las penurias que pasó García Márquez para escribir su obra maestra y los turbulentos amores de Vargas Llosa, Bayly consigue retratar con precisión detalles de las vidas de los jóvenes e inquietos escritores, de la amistad que se forjó por medio de cartas y que años más tarde acabaría hecha pedazos debido al golpe fulminante. Algunas escenas de la novela parecen excéntricas, pero están contadas fotograma a fotograma, sin que se resquebraje la trama. Con su habitual capacidad provocadora, Bayly consigue conjugar solidez, misterio e ironía. Cuando terminé de leerla, no necesité comprobar si lo allí plasmado era cierto. Eso lo hace la buena literatura.
Diana López Zuleta
Pan y paciencia
Matías Godoy
Alfaguara
288 páginas
Pan y paciencia es una novela llena de historias que se desarrolla en Subachoque, un municipio de la sabana de Bogotá donde la vida transcurre en armonía. Con ritmo ágil, humor y la cadencia propia de la región, se dibuja un cuadro completo de la vida campesina de aquel pueblo que pareciera no haber sido tocado por el conflicto. Sin embargo, tras la misteriosa muerte de una niña, ese relato bucólico corre el riesgo de desarmarse, la tranquilidad del pueblo amenaza con romperse y la posibilidad de la violencia se torna presente. El encargado de mantener el equilibrio y evitar la tragedia será un particular obispo que intentará tomar el control de esta narración y apaciguar los temores que enturbian el pueblo. No obstante, y por más que lo intente, le es imposible mantener las riendas de este relato que se le terminará yendo de las manos. Al ser una novela coral, cada uno de los personajes deberá enfrentarse a su pasado y a sus culpas para atisbar la posibilidad de sacar adelante esta tragicómica novela.
Alberto Gómez
Peregrino transparente
Juan Cárdenas
Periférica
252 páginas
La pregunta literaria por la manera en que las élites criollas neogranadinas, en el marco de la Misión Corográfica, (d)escribieron las gentes, geografías y costumbres, supone también una pregunta por las palabras y los «ojos» con los que estos levantamientos escriturarios y visuales se llevaron a cabo. Tal vez por ello es que esta novela sea todo un peregrinaje —con fines de agrimensura estética, histórica e ideológica— por los predios de la literatura colombiana de viajes entre 1850 y 1950 (Peregrinación de Alpha de Ancízar, La vorágine de Rivera, Viaje a pie de González); así como por los de los tratados estético-naturalistas que contribuyeron a legitimar (con G. Vico y E. Burke a la cabeza) estos modos metafóricamente extractivos, jerárquicos y racializantes de «fijar», «sentir» y «entender» el mundo americano. Pero con sus enunciados aforísticos de sintaxis tuitera; sus rebeldías orto-grafémicas, reminiscentes de las gramáticas whatsappianas; sus asedios algorítmicos al arte de «narrar»; y sus arranques de crítica cultural, expuestos con irascibilidad feisbuquera, esta novela es también el peregrinaje por los feudos autocomplacientes de las prácticas escriturarias y visuales con las que hoy, literalmente, hacemos levantamientos, siempre instagrameables y transparentes, de nuestro mundo.
Juan Esteban Villegas Restrepo
Solo un poco aquí
María Ospina Pizano
Literatura Random House
224 páginas
Las protagonistas de Solo un poco aquí son del reino animal: dos perras que deambulan por las calles de Bogotá, una cucarrona que queda atrapada en una bolsa de mercado, una puercoespín que toma leche humana en un puesto de salud, una tángara escarlata que emprende un viaje de los bosques de Estados Unidos a los páramos de Colombia. Como lectores, conocemos a este grupo de personajes sin saber lo que piensan o sienten. Porque a diferencia de la fábula, en donde los animales hablan, o de novelas como La llamada de lo salvaje, en donde el héroe canino ha sido humanizado, en Solo un poco aquí existe una distancia inabarcable entre nosotros y ellos: la interioridad de los animales es un misterio. Esa decisión de Ospina Pizano, de respetar la autonomía de sus protagonistas, de acompañarlos sin atribuirles estados emocionales, es una forma de empatía que condiciona la lectura: lleva a que todos —lectores, narradora, personajes humanos— nos preguntemos, una y otra vez, por la mirada animal, por lo que esconde y por lo que refleja. Y es justamente de esa pregunta de donde surge la vitalidad, y el misterio, de esta novela que en octubre ganó el premio Sor Juana Inés de la Cruz que entrega la FIL Guadalajara.
Christopher Tibble
Los mejores 50 libros de 2023
Este especial fue financiado por el Ministerio de las Culturas, las Artes y los Saberes.